Nº 410 *SATISFACTION*
Nº 410 *SATISFACTION*
*“I can’t get no satisfaction”* Mick Jagger Despertar no es suficiente hay que salir a caminar chocarse con los peatones distraídos joderles la canción del walkman. Querer no es suficiente hay que cortarse las uñas conocer a los suegros respirar el alquitrán ajeno aprender a cambiar focos. Vivir no es suficiente hay que hacer de cada día una escultura exigua de cada minuto la posibilidad de un beso de cada segundo una canción acechante. Morir no es suficiente hay dejar esquirlas de ardor en el aire la frase “se hace lo que se puede” escrita a dedo en los automóviles polvorientos parqueados. La fascinación de haber vivido como aliento fresco en los espejos. |
Nº 409 Niebla
Nº 409 Niebla
Ilusión,
sensación de frescor.
¿Que me escondes?
¿Que me ocultas?
Difuminas los contornos,
y eliminas lo superfluo,
para ver lo real,
las almas escondidas,
lo auténtico
Nº 408 *Siglo 21 gramos.*
Nº 408 *Siglo 21 gramos.*
En los confines del universo
una voz en grito extático
sacude las migajas de la existencia
haciendo eco en el vacío
voz a la que sólo un suero
informa del sida y del tormento
cuento sin fin con final de fe, cal,
seco como polvo incrustado en ámbar
cuento con moraleja etérea de saliva fruncida
y ceño de lista de la compra
en los confines del universo
expenden las leyes para tirar piedras
gratis, ejercicios para cincelar el alma,
con una voz profunda enfundada en una sotana rosa
(no hay espadas láser rosas,
y las rojas molan más)
y cirugías para implantar lo (h)ablado
(o ablactado para ovacionar el dictado)
en las postrimerías del culo
allí en los confines del universo
en el reverso de la planicie extensa
ajenada de todos
una mujer muere
a cuenta gramos.
Nº 407 Receta para despedir el año
Nº 407 Receta para despedir el año
Échale vino al pavo,
llénalo de hormigas borrachas,
cartas de despedida y facturas de la luz.
Luego córtate el pelo, córtate las uñas,
escúpele en las entrañas
y déjalo reposar.
Mientras lo desangras,
lo desplumas,
lo desuellas,
lo deshuesas,
lo desecas;
en una cazuela aparte,
rehoga todo lo que encuentres en tus bolsillos,
añádele los últimos restos de humedad que guardas,
las caracolas de tu colección,
los diez volúmenes de Historia Universal
y ese pijama hortera que te pones por las noches.
Cuando todo adquiera un tono verdoso,
espolvoréalo con las cenizas de tus muertos
mientras flambeas las uvas de la suerte hasta quemarlas.
Ponlo todo sobre una bandeja
y métela al horno.
Ajusta el punto de sal
de tu casa,
apaga el horno, tíralo por la ventana,
cámbiate de casa
y deja que se pudra todo,
mientras tú,
te vas danzando con tus tripas.
Nº 406 MADRUGADAS CON AGATHA
Nº 406 MADRUGADAS CON AGATHA
Millonarios, poetas, aristócratas,
forenses, inspectores, mayordomos,
cruceros de placer, ferrocarriles,
mansiones, palacetes, balnearios.
“El cadáver se halló en la biblioteca”,
indicios, pistas, pálpitos, pesquisas.
¿Dardos, dagas, revólveres, curare,
digitalina, arsénico, cianuro?
Celos, odio, poder, amor, dinero,
un astuto sabueso, sospechosos,
un asesino audaz e inteligente…
En el silencio cálido de julio
suena la voz del mar y, entre los dedos,
el rumor de las páginas que vuelan.
Lentos corred, caballos de la noche.
Nº 405 HERMOSAS, PERFECTAS, TRANSPARENTES…
Nº 405 HERMOSAS, PERFECTAS, TRANSPARENTES…
Lloviznaba en el patio y en mi alma,
pero coloreaba mi mente con sueños
del verano que tan distante en el tiempo estaba.
Esas gotitas de golpe se transformaban
en fuertes y descarados rayos de sol.
El musical ruido del agua en la playa
entre las hojitas a mis oídos llegaban
pero sin ignorar el sonido lastimero
de las gotitas constantes en la ventana.
Pese a que eran hermosas, perfectas, transparentes,
no lograban que deje de alucinar con enero,
con las vacaciones, sin guardapolvos blancos,
sin libros y tiempo de trabajos escueleros.
Hasta sentía en mi nariz alborotados
cómo bailaban las fragancias de los crisantemos
en el jardín moribundo de mis abuelos.
Con terrible angustia invernal veía
el pulóver con guardas azules arriba
de una camiseta súper gruesa que mi mamá me había puesto.
Lana, que sólo ubicarme hacía
en la espantosa realidad oscura y fría,
como la prueba escrita de Sociales,
bofetada silenciosa que suicidaba
mis caprichosas añoranzas estivales.
Resignada, con el incesante sonido
de las gotitas entre las hojas constantes
y mi ventana, entre el viento y el gris,
repetía cien veces, sin ningún tamiz:
Cristóbal Colón partió de Puerto de Palos.
Entre las gotitas hermosas, perfectas, transparentes
veía a Isabel y a Fernando
jugando a las escondidas en el palacete
ya sin joyas y bellísimos trajes largos,
burlando a mis fantasías de verano
y muriendo en carabelas de juguete.
Borracho de grises, mi corazón suplicaba
que aquellas lagrimitas del inmenso celeste
en algún retazo de la tierra encontraran
un lugarcito para quedarse definitivamente,
que no sigan rodando, errantes, desangeladas.
Sí, eran hermosas, perfectas, transparentes,
pero se han convertido en aquella mañana
en pedacitos de destellos mortales
clavándose en mis inmaduras entrañas.
Mi piel en cautiverio de tristeza enlutada
inventaba en el aire figuras sonrientes
con dulces sandías y cantos de chicharras.
Como aquellas gotitas hermosas, perfectas, transparentes,
mi letanía de Sociales tampoco cesaba
y con los reyes católicos tomados de mi mano,
mi infancia recitaba:
Cristóbal Colón, partió de Puerto de Palos…
Nº 404 VIDA NARRADA EN SONETOS (1ª PARTE)
Nº 404 VIDA NARRADA EN SONETOS (1ª PARTE)
I
Hace noventa y tres años nacía
Sin comadrona, manta ni colchón,
Entre trigo, cebada y algodón,
Madre, que en paz descanse, me paría.
Caminos vírgenes de serranía
Día tras día de cada estación,
En la memoria de mi corazón
Verdes paisajes de la tierra mía.
Madre cocía las tortas de pan,
Padre esquilaba a unas cuantas ovejas
Y yo bajaba al pueblo a vender lana,
Y en ocasiones me seguía el can
De la que fue mi primera pareja
De ojos de lince y piel de manzana.
II
Bufanda al cuello en la mañana fría,
Muda de invierno bajo el pantalón,
Calcetín viejo, roído el talón,
Y en tosca espuerta la lana vendía.
Los dos reales que de ella obtenía
Eran guardados en el cinturón
De mi precioso y preciado zurrón
Que fue un regalo de quien me quería;
Ella era dulce como mazapán
Y hermosa como luna que refleja,
Y yo su protector noche y mañana:
Cuando hubo viento yo fui su gabán,
Cuando hubo lluvia yo fui como teja,
Cuando hubo oscuridad fui luz que emana.
III
La adolescencia fue un borroso día,
Si bien también fue de culminación:
Mi niña, ya mujer, cierta ocasión,
De besos y de abrazos me cubría.
Mas bien borroso fue, como decía,
Pues estalló la guerra en la nación,
Y, obligado por la obligación,
Mirando al frente, al frente partía.
Fanática la contienda en su afán
Por morir y matar entre callejas
Nos desplazó hasta tierra catalana
A redimir al eje catalán
Y a su soberanía y entre rejas
A cualquier otra voz republicana.
IV
Contienda que no entiendo ni entendía
Tres años me apartaba del fogón
En el que padre asaba el salchichón
Y madre el agua a cocer ponía,
Así como de aquella melodía
De la muchacha de voz de gorrión,
De la muchacha que era mi prisión,
Que era mi libertad, y que era mía.
Volví para la noche de San Juan,
Que para mí fue como Nochevieja.
¡Hasta en la iglesia sonó la campana!
Y en casa padre estaba en el desván
Y madre preparaba unas lentejas,
Y yo les llamé desde la ventana.
(…)
Nº 403 BESO A BESO
Nº 403
BESO A BESO
Abrazada a tu cuerpo con dulzura
la serena quietud de polvo y ramas
nos cubrió por entero; parecías
las sirena de un barco en lo lejano…
Y la tierra giró para envolverte,
y la luz abrazó tu geografía…
yo besaba el silencio con palabras
y abrigaba tu piel con sustantivos.
Cada noche eras algo diferente,
goteando crepúsculos y océanos
sobre aquel territorio soleado
de la parte de atrás de nuestras almas.
Extraías la luna de mis labios
con la simple apariencia de un insecto;
y se abrieron los cielos una noche
para hacer que saliéramos del tiempo…
Fuiste cálida y frágil, simple y clara,
un torrente de amor y de exterminio;
nos moríamos una vez y otra
para darnos la vida beso a beso…
Nº 402 LA PLAYA PRIMERA
Nº 402 LA PLAYA PRIMERA
Rumor de lo infinito, verdor pardo y terroso
de mi bahía, blanco fugaz que desvanece
su blancura al morir.
Espigón y velero,
vapor que va a la busca del solar milenario,
alga y concha y pinar, arena blanca y cálida.
Ya nunca silbará la misma levantera.
Otros fuegos serán los que me desorienten
y pierdan en la orilla.
Y otras crestas de espuma,
distintas pero iguales, calientes pero frías,
serán las que se instalen en mi pecho de abismos.
Hay una línea recta y una línea quebrada
en la playa, horizonte incierto, ciudad silueta,
decorado de brumas.
Y mudan las distancias como mudan los vientos,
porque el aire lo mismo se preña recaliente
que amortigua la fiebre.
Ya nunca me helarán esos vientos de ocaso.
Otros vientos irán a celebrar la fiesta
del cielo limpio y claro,
cuando los muelles salen en busca de los barcos
y avanzan evidentes las torres y baluartes,
las catedrales blancas.
Revelación del trago salobre, traicionero.
Inducción de los miedos: al agua, al sol, al viento,
a extraviarse sin vuelta;
a morir como el hombre que sacaron un día,
el color de las malvas saturado en sus cueros,
su boca desvariada.
Ya nunca me atarán las mismas turbaciones.
Otras aguas verán mis aciagos espantos,
visiones y quimeras.
Otras olas sabrán de iguales ansiedades,
Las de aquel elefante que inmóvil continuaba
librado de la estaca.
Carne magra de Rubens, vergüenzas reguladas
por el código negro de los negros augures,
apetitos varados.
Espaldas desolladas,
inopia del destino de ozono por llegar,
reloj de digestión, pudor y admoniciones.
Ya nunca me liarán los tales estatutos.
Otras tierras pondrán las leyes inmutables
que cambian al capricho
del soplo de los vientos.
Al albur del afán de quien tiene más fuerza
para guiar la veleta.
Ella sigue inmutable: su luz, tesoro afable;
las pródigas distancias que van del espigón
a la punta frontera del ávido francés;
la imagen del contorno de la urbe sempiterna,
los vientos alternantes, las olas rumorosas,
las salíferas aguas, las arenas de ardor,
verde pardo y terroso de rumor infinito.
Nº 401 LO CIERTO
Nº 401 LO CIERTO
Lo cierto es que jamás te vi tan lejos
de mí como te encuentro hoy. En este
momento, sí. Tú. Ahora que estás
aún aquí, tangible. Acaricias
mi mejilla con el dorso de tu
mano. Tan fría y distante te siento.
Porque no es tu cuerpo el que no consigo
ver; es a ti, que estás aún aquí.
Lo cierto es que no sé por qué sendero
yerras; dónde floreces y te muestras.
Hacia dónde vagas. Tan solo veo
el estigma de lo que un día fuimos.
Porque sí. Porque somos el recuerdo
de la dicha que compartimos un
tiempo. Cuando podía verte, cuando
estabas todavía aquí conmigo.
Mírame, profundísima, desde ese
mundo en el que surcas, manantial y
cuna de tus ríos, del agua de
la fuente tuya. ¡Océano muerto
mío! Dime, ¿qué ves? Dime si es tu
rostro reflejado en mí. Dime si
soy yo, vacío, desnudo. Tan solo
yo. ¿Acaso me ves desde este mundo?
Lo cierto es que te marchas sigilosa.
Así, como tú eres. Tan prudente
y delicada. Retrocedes con
cautela; sensual como el danzar de una
serpiente. Sin despedidas. Ni llantos.
Como antes, conteniendo el dolor
para que no te vea. Te evaporas
sin vacilar. Sin evasivas. Tu
alma se desvanece en la negrura
de tu cuerpo con el mío, ya desnudo.
¿No ves que el alma sí que llora? Fría
y lejana. Tal es como te siento.
Te pierdes entre las sombras, producto
del encuentro que vivimos. Provecho
resentido. Fruto agrio del olvido.
Lo cierto es que las nubes que dejamos
se duelen, como se duelen las luces
de la habitación que ignoras. Ahora
que tú cuerpo está en su cama. Flaquean
las palabras, las mentiras. Flaquean
los secretos. Decae, incluso, el mundo
nuestro. Y así, con esta sencillez,
ya te habrás ido para siempre. Y
no me daré cuenta porque ya hoy
no estás aquí conmigo. Miro tu
cuerpo y no te veo. Tus ojos huecos,
tu mirada marchita. Miro las
yemas de tus dedos, tan cerca de mí
y a la vez tan lejos. Tu rostro. Miro
la boca dormida. Y entre un suspiro
y el timbre joven de tu risa, dices:
“¡Eh! ¿dónde estás? Que estoy aquí… contigo.”